Por Germán Grosso
Molina
¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? (BENEDICTO XVI 2006, en su vista a
Auschwithz)
De todas las experiencias que han
quedado gravadas en mi alma de mi viaje a Europa para participar de la JMJ´16
(Jornada Mundial de la Juventud) junto al Papa Francisco, en Cracovia, Polonia,
la visita a Auschwitz sin dudas que ha sido una de las más fuertes y escalofriantes
que he vivido.
En Oświęcim, sur de Polonia,
situada a unos 60 km al suroeste de Cracovia (en el voivodato de Pequeña
Polonia desde 1999, anteriormente en el voivodato de Bielsko-Biala), se
construyeron los campos de concentración y exterminio más grandes de la
Alemania nazi. Hablamos de Auschwitz I —el campo original—, Auschwitz
II-Birkenau —de concentración y exterminio—, Auschwitz III -Monowitz —campo de
trabajo— y otros 45 campos satélite más. Este complejo, fue el mayor centro de
exterminio del nazismo, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón
trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil, la gran
mayoría de ellas judías (el 90 %, aproximadamente un millón), muchos de ellos
polacos, aunque la gran mayoría de Hungría; también muchos polacos (no judíos)
y otros prisioneros del régimen – de todas las nacionalidades, incluso alemanes
- que eran enviados allí desde toda Europa. En nuestra visita pudimos conocer
Auschwitz I y Auschwitz II-Birkenau
(éste es el más grande).