sábado, 28 de enero de 2017

El día que conocí Auschwitz (I parte)



Por Germán Grosso Molina


¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? (BENEDICTO XVI 2006, en su vista a Auschwithz)

De todas las experiencias que han quedado gravadas en mi alma de mi viaje a Europa para participar de la JMJ´16 (Jornada Mundial de la Juventud) junto al Papa Francisco, en Cracovia, Polonia, la visita a Auschwitz sin dudas que ha sido una de las más fuertes y escalofriantes que he vivido.

En Oświęcim, sur de Polonia, situada a unos 60 km al suroeste de Cracovia (en el voivodato de Pequeña Polonia desde 1999, anteriormente en el voivodato de Bielsko-Biala), se construyeron los campos de concentración y exterminio más grandes de la Alemania nazi. Hablamos de Auschwitz I —el campo original—, Auschwitz II-Birkenau —de concentración y exterminio—, Auschwitz III -Monowitz —campo de trabajo— y otros 45 campos satélite más. Este complejo, fue el mayor centro de exterminio del nazismo, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil, la gran mayoría de ellas judías (el 90 %, aproximadamente un millón), muchos de ellos polacos, aunque la gran mayoría de Hungría; también muchos polacos (no judíos) y otros prisioneros del régimen – de todas las nacionalidades, incluso alemanes - que eran enviados allí desde toda Europa. En nuestra visita pudimos conocer Auschwitz I  y Auschwitz II-Birkenau (éste es el más grande).

lunes, 23 de enero de 2017

Derechos humanos: Cristianos asesinados y perseguidos


Por Germán Grosso

Jesús dijo “Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron. Ustedes son la sal de la tierra” (Mt 5, 10-13); “Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará… Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres. No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada” (Mt 10, 22; 32-34).

Lo cierto es que actualmente en el mundo, el cristianismo está siendo víctima de una brutal persecución que cobra cientos de miles de vidas humanas; además, comunidades enteras son sometidas a torturas en campos de concentración, por el sólo hecho de profesar la fe en Cristo. En algunos casos aceptan el sometimiento, y en otros casos, deben buscar refugio y emigrar hacia otras zonas, poniendo en riesgo sus vidas.