Por Germán E. Grosso Molina[1]
1 – El trabajo humano
Comenzaremos estas reflexiones acerca del trabajo humano y
las profesiones en general, tratando de comprenderlos en su verdadera
dimensión.
Vivimos en un mundo que en la actualidad se encuentra muy
influido por ideas o concepciones materialistas de la vida y de las cosas. El
utilitarismo y consumismo exacerbado impregnan fuertemente nuestra cultura.
En este contexto el trabajo para el hombre puede adquirir
diferentes sentidos. En efecto, desde esa mirada banal y materialista del
trabajo, éste puede ser apreciado sólo como un medio de obtener riqueza. Ese es
su único sentido. Desde una mirada más bien pesimista de la vida, el trabajo
puede ser visto entonces como una “carga”, como un pesado yugo que todos los
hombres debemos soportar para sobrevivir.
A simple vista ya podemos apreciar lo reducidas que resultan
estas miradas. Por eso proponemos, desde estas líneas, una reflexión un poco
más profunda, tanto desde una mirada esencialmente humana, partiendo de contemplar el ser humano como persona, dotado de dignidad, arribando a
una observación de tipo más teológica, teniendo en cuenta lo que nos propone
nuestra fe católica.
Para ello haremos un breve recorrido por distintos conceptos
básicos y elementales, que iremos transitando en este pequeño trabajo.
Terminamos este punto introductorio, con esta reflexión, la
que si bien refiere más bien a los desafíos de los futuros profesionales
universitarios, sirve y nos aporta mucho a nuestro tema, teniendo en cuenta la
importancia trascendental que tienen hoy por hoy dichos trabajadores:
Es necesario que la Universidad forme a los estudiantes en
una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad, promoviendo el bien común
con su trabajo profesional y con su actuación cívica. Los universitarios
necesitan ser responsables, tener una sana inquietud por los problemas de los
demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y
a procurar encontrar la mejor solución. Dar al estudiante todo eso es tarea de
la Universidad... La Universidad no debe
formar hombres que luego consuman egoístamente los beneficios alcanzados con
sus estudios, debe prepararles para una tarea de generosa ayuda al prójimo, de
fraternidad cristiana[2].